1 Pedro 3:18
18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;
Muchas veces nosotros siendo ya cristianos y conociendo la maravillosa gracia y el perdón del Señor permitimos que la culpa nos aleje de El. No hay nada que el cristiano deteste más que el pecado, pues el amor tan profundo que siente en su corazón por Jesús le hace sentir más triste aún cuando peca, pues sabe que hiere directamente a su amado, a su salvador.
La palabra de Dios nos invita a renovarnos y santificarnos cada día, pero en el camino por culpa de nuestra naturaleza humana va a ser inevitable que algunas veces nos equivoquemos y pequemos mira lo que decía el apóstol Pablo con respecto a esto:
Romanos 7:15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
Romanos 7:19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
Romanos 7:24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
En palabras más simple el apóstol Pablo estaba expresando lo mismo que en muchas ocasiones nos sucede a nosotros, el decía que realmente no se entendía a si mismo porque él amaba a Dios, se deleitaba en su palabra y quería hacer siempre lo que era bueno y correcto para su Señor pero que por culpa de su carne de su naturaleza pecaminosa en ocasiones hacía lo contrario.
Además la palabra de Dios dice lo siguiente:
Gálatas 5:17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
El Espíritu Santo que mora en nosotros tiene una guerra continua contra los impulsos de nuestra naturaleza pecaminosa, pues esta desea hacer el mal y es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu.
Después de entender esto, no nos queda más que buscar las soluciones y aquí están para que las podamos aplicar siempre a nuestras vidas:
1- La respuesta principal está en Cristo, no en nosotros. Muchas veces queremos justificarnos a nosotros mismos pero tenemos que entender que CRISTO ES NUESTRA JUSTICIA. Él es la justicia que necesitamos, por medio de Él aún siendo ya cristianos continuamos a limpiarnos con su sangre y recibimos perdón de pecados en su nombre.
No se trata de ti o de mi, se trata de lo que Él hizo por nosotros en la cruz. No se trata de nuestra justicia personal se trata del JUSTO (Cristo) que vive en nosotros.
2- Debemos arrepentirnos y confesarle al Señor nuestro pecado.
1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
3- No permitir que la culpa o la tristeza nos aleje de Él. ¡Hay que volver a levantarse! Debemos recordar que ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús y como dice Proverbios 24:16 Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse;
4- Gálatas 5:16 Tenemos que aprender a vivir en el Espíritu. Esto significa dejarnos guiar por Él para que pueda producir los frutos buenos que desea en nuestras vidas. Para esto necesitamos también debilitar nuestra carne a través de armas como el ayuno, la oración y nuestra total dependencia de Dios.
Por último debemos agradecerle con todo nuestro corazón todos los días de nuestras vidas por tanta misericordia, por tantos favores no merecidos, por todas las veces que levantó y levantará nuestras cabezas y debemos servirlo como Él se merece.
2 Corintios 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.
Deja un comentario