Juan 3:3
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
En Juan 3:1-15 encontramos el relato de un hombre llamado Nicodemo. El era miembro de los fariseos, uno de los grupos más religiosos de aquella época. A pesar de ser maestro y líder de los judíos fue de noche a ver a Jesús. Quizás estaba intrigado por las señales que hacía o tal vez esperando recibir alguna enseñanza para comprender mejor las Escrituras, pero la Biblia relata que Cristo le respondió directamente en base a su necesidad. Lo que realmente Nicodemo necesitaba saber era que tenía que nacer de nuevo. Nadie puede entrar al Reino de Dios si no nace de nuevo.
¿QUÉ NO ES LA REGENERACIÓN?
La regeneración no es un nacimiento natural.
Una persona no puede nacer de nuevo o heredar el Reino de Dios por el simple hecho de “ser parte de una familia” o “ser parte de una nación”. En el caso de Nicodemo él era judío, miembro de la raza escogida por Dios, pero Jesús le dice lo siguiente:
Juan 3:6-7
6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
También otros judíos religiosos teniendo este mismo pensamiento le dijeron a Jesús:
Juan 8:39-41
Sois de vuestro padre el diablo
39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.
40 Pero ahora intentáis matarme a mí, que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios. No hizo esto Abraham. 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: ¡Nosotros no hemos nacido de fornicación! ¡Un padre tenemos: Dios!
44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, pues es mentiroso y padre de mentira.
Jesús le hace evidente a estos judíos que se oponían a él y querían matarlo, que ellos no eran hijos de Dios por ser israelitas, si no que el padre de ellos era el diablo porque participaban y hacían las obras malvadas suyas (1 Jn 3:8; 1 Jn 3:10).
¿QUÉ ES LA REGENERACIÓN?
La regeneración es un nacimiento divino.
Juan 1:12-13 (NTV)
12 pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. 13 Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios.
No es cierto (como dicen algunos) que todos somos hijos de Dios. Para ser hijos de Dios hay que creer en Jesucristo.
La Biblia dice que el hombre, por causa del pecado de Adán quedó muerto espiritualmente. Esto significa que el hombre en su estado natural está «muerto en delitos y pecados» por lo cual es necesario que sea «vivificado» (regenerado) por Dios. El espíritu del hombre muere por el pecado pero es vivificado mediante el nuevo nacimiento.
La regeneración es un acto de Dios en el ser humano. Es por voluntad divina (Stg 1:18). Dios es el que nos da vida espiritualmente según su amor y bondad para con nosotros (Ef 1:5).
Así como nuestro nacimiento físico resultó en un nuevo individuo entrando en un mundo terrenal, nuestro nacimiento espiritual resulta en una nueva persona que entra en el reino celestial (Ef 2:6; 2 Co 5:17).
¿CÓMO SE EFECTÚA O CÓMO SE LLEVA A CABO LA REGENERACIÓN?
Juan 3:5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
El nuevo nacimiento es por medio del Espíritu Santo (Tito 3:5). El Espíritu tiene el poder de darnos vida.
El instrumento es la Palabra de Dios. Se necesita la Palabra de Dios (1 P 1:22-23; Ef 5:26; Jn 15:3)
1 Pedro 1:23 (NTV)
23 Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios.
Es la Palabra de Dios junto con el Espíritu Santo que produce la fe para que podamos tener el nuevo nacimiento.
La única condición es la fe (1 Jn 5:1).
Si usted tiene a Cristo como su salvador, usted ha sido regenerado, usted nació de nuevo, tiene una nueva naturaleza y tiene vida eterna.
¿QUÉ NOS DA ESTE NUEVO NACIMIENTO?
1- Nos da una nueva naturaleza
Dios nos da una naturaleza espiritual.
¿Si tengo una nueva naturaleza esto significa que no peco más?
Tenemos que saber que no perdimos la naturaleza física en el momento de nuestro nacimiento espiritual (es obvio aun estamos vivos). Ahora tenemos dos naturalezas:
1- La antigua naturaleza, física, pecaminosa a la imagen de Adán (incapaz de practicar la santidad)
2- La nueva naturaleza, espiritual, perfecta a la imagen de Dios (incapaz de pecar)
El apóstol Pablo explica claramente esto en Romanos 7:15-25.
La Biblia dice que tenemos algo que se llama «el viejo hombre». Esto se refiere al pecado que todavía vive en nuestra carne, aunque sabemos que es temporal ya que tenemos la esperanza de que un día será totalmente quitado cuando seremos glorificados. El viejo hombre son los deseos antiguos de hacer el mal, desde que nacimos, cosas pecaminosas que hicimos en el pasado (Ef 4:22-24; Rm 6:6; Col 3:9).
Hay que entender que Dios ve ya la obra completa. Nos ve glorificados, libres totalmente del cuerpo de pecado, sentados en lugares celestiales con Cristo. Pero hasta que no llegue ese tiempo, o sea en este pequeño período de espera, debemos continuar a hacer morir nuestra naturaleza carnal (1 Jn 3:2-3). ¿Cómo se hace esto? Se hace alimentando y fortaleciendo la espiritual.
El pecado que todavía habita en nosotros es un enemigo poderoso y peligroso por lo cual hay que tener mucho cuidado. Es por este motivo que la Biblia nos manda a llenarnos del Espíritu Santo, ser guiados, caminar y vivir en su poder. Ese es el único modo de ser fortalecidos espiritualmente y hacer morir así las obras de la carne en nosotros (Rm 8:13-14; Ef 3:16; Ef 5:18; Gl 5:16-17).
Es importante destacar que dependiendo de a cual naturaleza alimentemos más, es la que más va a ser fortalecida. Si andamos en la carne vamos a satisfacer los deseos de la carne, si andamos en el Espíritu vamos a satisfacer los deseos del espíritu. A quien alimentemos es a quien vamos a obedecer.
Hay que entender que la nueva vida en Cristo no se trata de “educar el viejo hombre” pues nuestra naturaleza pecaminosa no puede ser educada, si no de fortalecer el nuevo ser espiritual. Es necesario que nuestro enfoque principal esté en el nuevo hombre espiritual. Cuando ayunamos y oramos no es con el propósito de educar al viejo si no de hacer crecer al nuevo. Querer educar la vieja naturaleza es imposible y desgastante, ya que como bien dice la Palabra ella no heredará el Reino de Dios.
2- Nos coloca en la familia de Dios
1 Juan 3:1
Hijos de Dios
3 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él.
Tenemos compañerismo con Dios por el nuevo nacimiento. Así como nuestro nacimiento físico nos ubica en la familia de nuestros padres terrenales, de igual modo este nuevo nacimiento espiritual nos ubica en la familia de nuestro Padre celestial. Ahora somos hijo de Dios por nacimiento (Rm 8:15; Gl 4:4-7)
3- Nos da un nuevo corazón
Ezequiel 36:25-27
25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Desde el Antiguo Testamento Dios promete darle al ser humano un nuevo espíritu y un nuevo corazón. Dios no arregla nuestro viejo corazón ¡Él nos da uno nuevo!
Dios escribe sus Leyes en nuestro nuevo corazón para que lo amemos y lo obedezcamos de forma natural.
Jeremías 31:33
33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Las leyes de Dios ya no son algo externo de piedra, si no algo interno en nuestro corazón. Es por eso que comenzamos a ver, a oír y a buscar las cosas celestiales. Empezamos a vivir una vida de fe y de santidad.
El Evangelio se trata de cobrar vida y mantenerse vivo en el poder del Espíritu Santo para que podamos compartir la santidad, la bondad y la gracia de Dios con el mundo.
Que bendición más grande esta enseñanza.
Oremos para que el Señor cambie los corazones de los que nos rodean y no le conocen, y los convierta en corazones de carne que le alaben y sigan sus mandamientos escritos en ellos.
¡Amén! Que Dios te siga bendiciendo Diego ¡Gracias por comentar!
Amén.
Como siempre hermana de gran bendición esta enseñanza.
Todos necesitamos nacer de nuevo para ver el reino de los cielos.
Dios te bendiga mucho Leidy Laura.¡Un abrazo grande tesoro! Gracias por tu apoyo siempre.